El estudio etimológico de los apellidos alemanes se inició a finales de
la Edad Media. La mayor parte de los apellidos alemanes se generaron a
partir de apodos. Se clasifican en cuatro grupos, con base en el origen
del apodo: uno o más nombres de pila, designaciones de oficios,
atributos físicos y referencias geográficas (incluso las referencias al
nombre de alguna construcción). Además, muchos apellidos describen
alguna característica específica en el dialecto correspondiente a la
zona en la que se originaron.
Con frecuencia, los nombres de pila se
convirtieron en apellidos cuando se identificaba a algunas personas a
través del nombre de su padre, es decir, con el patronímico. Por
ejemplo, el apellido Ahrend se convirtió, con el tiempo, en Ahrends, al
añadirle la terminación -s correspondiente al caso genitivo del alemán
(en alemán, la frase Ahrends Sohn equivale en español a "el hijo de
Ahrend").
Ejemplos de apellidos: Ahrends, Burkhard, Wulff,
Friedrich, Benz. Dado que muchos de los primeros registros urbanos se
escribieron en latín, era frecuente que se usara el plural genitivo -i
como, por ejemplo, en Jakobi o en Alberti o (escrito con -y) en
Mendelssohn Bartholdy.
Las designaciones de oficios son la forma más
común de formación de apellidos. Cualquiera que tuviese una ocupación
poco usual terminaría por ser identificado con ella. Ejemplos: Schmidt
(herrero), Müller (molinero), Meier (administrador de una granja;
emparentado con Mayor y Meyer), Schulze (corregidor), Fischer
(pescador), Schneider (sastre), Maurer (masón, albañil), Bauer
(granjero), Metzger o Fleischer (carnicero), Töpfer o Toepfer
(alfarero).
Nombres de características físicas fueron adoptados como
apellidos en casos como Kraus (pelo enrulado), Schwarzkopf (cabeza
negra), Klein (apodo, pequeño), Groß (grande).
Nombres geográficos
de los que se derivaron apellidos gentilicios, como Kissinger (de
Kissingen), Schwarzenegger (de Schwarzenegg), Busch (bosquecillo), Bayer
(de Baviera, en alemán Bayern). Böhm indica que la familia proviene de
la región checa de Bohemia.
Un caso particular es el de los
apellidos derivados de nombres de lugares o edificios. Antes de la
asignación de nombres y numeración a las calles, e incluso mucho
después, muchos edificios importantes, tales como posadas, molinos y
granjas, tenían nombre. Generalmente eran más conocidos por éste que por
la gente que vivía en ellos; los habitantes recibían su apellido del
nombre del edificio o zona. Podía estar combinado con una profesión:
Rosenbauer (granjero de rosas, por una granja llamada 'la rosa');
Kindlmüller (niño-molinero, de un molino llamado 'el niño de Navidad',
'el hijo pródigo' o 'el hijo [niño] del rey'). También se usaba el
nombre tal cual: Bär (oso); Engels (de Engel, ángel).
La
inmigración, fomentada a menudo por las autoridades locales, aportó
también apellidos foráneos a las regiones de habla alemana. Según cual
fuere la historia regional o las condiciones geográficas y económicas
reinantes en las diversas épocas, numerosos apellidos tienen un origen
francés, holandés, italiano, húngaro o eslavo (p.ej. polaco). En
ocasiones han perdurado con su forma original, en otras la ortografía se
ha adaptado al alemán (la terminación eslava ic se ha convertido en
alemán en -itz o -itsch, pronúnciese "ich"). Con el correr del tiempo,
la ortografía se ha modificado frecuentemente para reflejar la
pronunciación efectiva en alemán (Sloothaak, del holandés Sloothaag).
Sin embargo, en algunos casos, como el de los Hugonotes franceses que
emigraron a Prusia, se conservó la ortografía de sus apellidos pero con
la pronunciación natural de los nativos alemanes al leerlo: Marquard se
pronuncia marcar en francés, pero luego pasó a pronunciarse Markuart
como si se tratara de un nombre alemán.
La preposición von ("de")
fue utilizada para distinguir la nobleza; por ejemplo, si alguien fue
Barón de la villa de Veltheim, su familia será von Veltheim. En tiempos
modernos, la gente perteneciente a la nobleza agrega 'von' a su nombre.
Por ejemplo, Johann Wolfgang Goethe, su nombre sería Johann Wolfgang von
Goethe. Esta práctica termina con la abolición de la nobleza en
Alemania y Austria en 1919. En algunas zonas de Suiza, von es usado en
nombres geográficos y no nobles, p.ej. von Däniken (del pueblo de
Däniken). Lo mismo es válido en los Países Bajos y Flandes, donde se
habla flamenco (un idioma muy similar al alemán) y donde este tipo de
apellido era muy común. Muchos nombres de ciudades terminaron dando
lugar a apellidos flamencos (Van Gogh, Van Keulen, Van Gulik, Van Bon,
etc.), pero no así a alemanes.
Los judíos germanoparlantes no
adoptaron apellidos hasta los siglos XVIII y XIX. Algunos pudieron
escogerlos ellos mismos, creando apellidos con dos nombres que sonaran
bien. Ejemplos: Goldblum (flor dorada), Rosenthal (valle de rosas),
Rothschild (escudo rojo), Schwarzschild (escudo negro), Silberschatz
(tesoro de plata), Stein (piedra). En otros casos la administración les
asignaba apellidos a discreción de los funcionarios, que a veces
resultaban denigrantes. Algunos adoptaron apellidos alemanes
tradicionales para no llamar la atención, como los conocidos Meyer o
Löwe, que podría referirse tanto a la palabra alemana 'Löwe' (león) como
a la tribu judía de Leví. La terminación alemana -mann debería
distinguirse del sufijo judío -man, pero como es lógico esto no puede
generalizarse.
En cuanto a los apellidos originariamente locales,
son numerosos los que presentan características de dialectos locales,
tal es el caso de las terminaciones corrientes de los diminutivos en el
sur de Alemania, Austria y Suiza, como -l -el, '-erl, -le o -li como en
Kleibl, Schäuble o Nägeli (de 'Nagel', uña, clavo).
Muchos nombres
de familias no poseen una conexión obvia con una comunidad, ocupación o
estadio de vida. Uno de ellos es Geier, que se refiere a un ave, a una
ciudad o a una historia oral de origen campesino que refiere a un mito -
que los bebés humanos fueron robados de un pueblo por aves gigantes que
devolvieron a sus captivos una vez que los pueblerinos atacaron y
destruyeron sus nidos.
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