La leyenda de Carballito está muy difundida en Tucumán y en Santiago
del Estero. La versión más frecuente dice que Manuel Carballo era un
anciano peón del ingenio Esperanza en la década de 1880.
Estaba
encargado del cuidado de los mulares, en el campo que distaba un
kilómetro y medio de la fábrica. Tenía,
al parecer, asombrosos poderes curativos. Quitaba migrañas, dolores de
muela, culebrilla y hemorroides, “de palabra”, como solían decir los
hombres de campo, de los curanderos.
También desgusanaba a los animales
con heridas infectadas y los desparasitaba. Era una persona bondadosa y
de gran corazón, siempre de buen humor, irradiaba cierta sensación de
paz a quienes se le acercaban, y estaba presto a dar un consejo certero
o a llevar consuelo a los necesitados. Por ello y por su condición de
ermitaño, el viejo pasó a ser un personaje venerado por la peonada.
Un día el capataz observó que unos buitres volaban en círculo por
encima del rancho de Carballo.
Mandó unos peones a investigar. Al llegar
se encontraron con el cadáver del anciano salvajemente asesinado por
unos cuatreros, que lo habían atado a un alambrado. Su cuerpo estaba
semidevorado ya por las alimañas. El patrón del ingenio ordenó que lo
sepultaran allí mismo, junto a su casita. El día del entierro, una
multitud de trabajadores acudió a despedirlo. Entre ellos estaba una
mujer viuda, que tenía a su hijito gravemente enfermo. Entre sollozos
pidió al alma del difunto que intercediera y salvase la vida de su único
vástago. Al volver a la casa, se encontró con el chico milagrosamente
restablecido. Desde entonces, numerosos creyentes rinden culto a Manuel
Carballo, frente al austero monolito que lo evoca.
Existen varias
versiones en cuanto a la personalidad de Carballo. Para algunos, era un
hombre malo (al estilo de Bazán Frías) y habría terminado sus
atormentados días en ese lugar, víctima del cólera en 1887. Para otros,
era un viejo ciego y rodeado de un halo de misterio, fallecido en esa
epidemia.
Cualquiera sea la verdadera historia, lo cierto es que Manuel
Carballo constituye el santo más venerado de la región sureste de la
provincia de Tucumán. Hasta su santuario llegan peregrinos de otras
provincias, en continua visita. En el monumento se observan cientos de
pequeñas ofrendas, en agradecimiento por favores recibidos. Alrededor,
la tierra exhibe varios agujeros. Según los lugareños, de allí brota
agua, en determinada época del año.
Autor: José María Posse
hola como estas? gracias por este blog guia de estambul
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