Eustoquio Díaz Vélez |
El general Manuel Belgrano por su parte, se había refugiado en la
estancia de Ugarte a unos 12 kilómetros del sangriento escenario, con el
objeto de esperar noticias sobre el desenlace de la batalla. En un
principio, creyó que habían sufrido una derrota y que la ciudad a esas
alturas ya estaría tomada. Pero entonces comenzaron a llegar oficiales y
soldados, quienes anunciaban el éxito de las acciones, a lo que
Belgrano no quiso dar crédito de entrada. Por ello comisionó al oficial
José María Paz, para que se dirigiera a San Miguel e informara de la
situación, mientras él seguía reclutando la caballería gaucha dispersa,
que se había cebado cazando focos de soldados relistas que habían
quedado aislados durante su repliegue.
El entonces teniente José
María Paz ingresó a la ciudad y comprobó que seguía en poder de los
patriotas. Narra que: había cerca de 500 prisioneros, 5 cañones,
armamento y muchos jefes de nota tomados al enemigo. La plaza estaba
fuerte: las azoteas y casas inmediatas estaban ocupadas por nuestras
tropas; los fosos y calles, bien artillados y guarnecidos; finalmente,
todos resueltos a la más vigorosa defensa . Ello cambió toda la visión
que tenía hasta entonces, la posibilidad de un impensado triunfo se
manifestaba allí de manera patente. El mayor general Díaz Vélez le
encargó informara de todo esto al general Manuel Belgrano, a efectos de
que retomara el mando.
Mientras se preparaba su caballo, cuenta
Paz que, se anunció un parlamentario del enemigo, y efectivamente lo vi
entrar a casa de Díaz Vélez, conducido del brazo por Dorrego, porque
tenía los ojos vendados. Sucedía que el jefe realista Pío Tristán,
haciendo un esfuerzo, intimaba rendición a la plaza. Díaz Vélez me hizo
llamar para encargarme dijera al general (Belgrano) que la contestación
que iba a dar era enérgica y negativa. Tristán amenazaba incendiar la
ciudad y, según oí, se le contestó que en tal caso los prisioneros
serían pasados a cuchillo. Entre estos estaban los coroneles Barreda,
primo de Goyeneche; Peralta, tan mal herido que murió esa noche; el
comandante de ingenieros Alcon; el auditor de guerra Medeiros (hijo) y
algunos oficiales de nota .
A todo esto, Belgrano, con los
dispersos del ala izquierda en la zona de Los Aguirre, recibió esa noche
informes de Díaz Vélez -enviados por medio de los capitanes Apolinario
Saravia y el referido José María Paz- acerca de la situación. Con esos
datos y habiendo reunido 600 jinetes, rumbeó, la mañana del 25, hacia la
ciudad.
Se acercó a los realistas por el flanco derecho y envió
un mensajero a Tristán – con quién tenía un lazo de amistad, ya que
habían estudiado juntos en España- solicitándole que capitulara. El
realista rechazó indignado la propuesta, pero no se atrevió a entrar en
la ciudad. Disparó unos cañonazos, uno de los cuales fue a caer a
la torre de la Iglesia de Santo Domingo, hizo movimientos de puro
aparato y, hacia la medianoche, emprendió su retirada .
Sin los
imprescindibles bastimentos y municiones que habían sido tomados por los
patriotas, le era imposible sostener el sitio de una ciudad
fortificada. La noche del 25 al 26 de septiembre de 1812, Tristán se
retiró rumbo a Salta, dejando tras de sí 453 soldados muertos, 626
prisioneros, además 8 cañones, 350 fusiles y 139 bayonetas, 40 cajones
de municiones de artillería y 30 de fusil, 3 banderas y 2 estandartes,
en manos de tropas patrias que habían quedado entre otros trofeos .
Belgrano, al entrar en Tucumán encontró un clima de total
algarabía: en una batalla imposible, el mismo día del Día de nuestra
Señora de las Mercedes, se había vencido a un ejército poderoso que
venía a imponer por la fuerza los derechos de un rey allende los mares.
En Tucumán, se salvó entonces la suerte de la revolución
emancipadora, grabando para siempre el nombre de Belgrano y de Tucumán,
en la historia de la Patria.
Fuente: José María Posse- "Tucumanos en la Batalla de Tucumán". Tucumán 2012.-
hola como estas? gracias por este blog guia de estambul
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