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lunes, 23 de diciembre de 2013

Parte I: La Estancia Jesuítica de San Ignacio de la Cocha: desestructuración de su unidad productiva luego de la expulsión.

I.      Introducción
II.    Establecimiento del Colegio y Estancias de la Compañía de Jesús en Santiago del Ester Tucumán y Catamarca.
III.   Estructuración de la Estancia de San Ignacio de la Cocha
IV.  Expulsión de la Compañía
V.   Desmembramiento de la estancia de San Ignacio de la Cocha
VI.  Conclusión



I. Introducción
El presente trabajo pretende mostrar la obra realizada por la Compañía de Jesús en el sur de la Jurisdicción de San Miguel de Tucumán, a través de la presencia de la estancia jesuítica de San Ignacio de La Cocha, cuya extensión iba más allá del territorio tucumano, ya que los límites de esta gran explotación penetraban los territorios de Santiago del Estero y Catamarca, con puestos, potreros, y estanzuelas, que habían sido erigidos para la reproducción, cría y engorde del ganado que los padres jesuitas, tan diestramente los utilizaron para abastecer al colegio y demás  dependencias jesuíticas de Santiago del Estero. San Ignacio, funcionaba como un centro productor, agrícola, ganadero y manufacturero.
San Ignacio, si observamos un mapa del S.XVII y S XVII, figura como un pueblo muy importante en el sur de Tucumán, de este detalle podemos dimensionar la importancia de la presencia jesuítica en la provincia.
El casco de San Ignacio era el lugar donde el padre procurador dirigía a toda la estancia de propiedades que producían ganado, trigo, maíz, madera, y que eran manufacturadas en este verdadero centro industrial que era el casco de San Ignacio, verdadero pueblo, habitado por los esclavos que eran la  principal mano de obra de la estancia, por su cantidad y capacidad, ya que estos fueron preparados como maestros de oficios (herreros, curtidores, carpinteros, capataces), y de arte (con la presencia de violinista y músico). Además de los esclavos que vivían en rancherías alrededor de la casa de los jesuitas y talleres, habían personal no permanente que eran los peones conchabados.
Todo este funcionamiento, quedó plasmado, como una fotografía, en los inventarios realizados en 1767, en donde se describía las partes que componían la explotación edificios, herramientas, máquinas, mano de obra, muebles, libros, propiedades (figuraban en las escrituras), productos consumidos y utilizados para la elaboración de las manufacturas, dependencias en donde se elaboraban y depositaban los productos.
Toda esta estructura productiva fue desmantelada luego de la expulsión de los padres jesuitas en 1767, cuando por medio de una serie de medidas legales, fueron tasadas y rematadas, casi, la mayor parte de las propiedades rurales y los esclavos, desmantelados los talleres del casco, caídos en ruina los edificios y abandonados los potreros (que quedaron sin vender) y cuyo ganado, se perdieron en serranías y quebradas.

Esta caótica situación, es descripta en el memorial de 1787, que el administrador de San Ignacio, Pedro López de Urmendía desarrolla, haciendo un balance luego de 17 años de gestión.


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