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sábado, 14 de mayo de 2016

La escarificación en la época Prehispánica

La palabra escarificación proviene del latín scarificare, cicatrizar o producir escaras. Se trata de un ritual muy antiguo consistente en efectuar incisiones en la superficie de la piel, a fin de obtener cicatrices, bien sea por medio de cortes superficiales o profundos. Las heridas producen costras de color oscuro, debido a la muerte del tejido vivo, antes de convertirse en escaras. El simbolismo del diseño de tales cicatrices está determinado cultural o históricamente.



El empleo de la escarificación data de muy antiguo. El arte rupestre testimonia que la escarificación se realizaba hace 3,000 años a.C. Incluso los arqueólogos han llegado a pensar que fue anterior al tatuaje. Desde entonces, se ha practicado en muchas culturas, siempre con intención simbólica y con una carga significativa para los grupos que la practican. Tal es el caso de algunas etnias africanas y de Oceanía, en donde se la considera una forma de belleza en las mujeres, o un signo de fuerza cuando son los hombres quienes la emplean. La escarificación está estrechamente ligada a creencias mitológicas y a rituales de variada índole, como por ejemplo los ritos de iniciación. Diversas etnias de América del Sur también la han acostumbrado como parte de sus rituales. Así como grupos africanos y australianos. En México, fue utilizada entre los mayas, los chichimecas y los huastecos, para sólo mencionar algunos grupos indígenas.

Para llevar a cabo la escarificación se suelen emplear instrumentos punzantes tales como navajas, vidrios, piedras filosas o cáscaras de coco; y sustancias tales como el zumo de plantas, lodo, tierra colorada, carbón molido, etcétera, con las que se obtienen vejigas o ampollas permanentes en la piel, cuyo diseño e intención depende del grupo étnico que las realice. A veces, en la herida se aplica polvo de carbón o pólvora, para realzar la escarificación, los queloides, es decir, los crecimientos exagerados del tejido cicatricial de la piel. Ni que decir tiene que esta compleja y dolorosa práctica es irreversible. A través de ella se conoce el estatus social y la pertenencia a un grupo; así como la situación política y los roles que desempeñan los miembros de una etnia. Se trata de una marca tribal por excelencia. En el oeste de África, la escarificación funciona para identificar a los diferentes grupos étnicos, a las familias, a los individuos, o como expresión de belleza corpórea. Asimismo, suele indicar los diferentes estados sociales de una mujer, tales como la pubertad, el matrimonio, y la viudez. Además, uno de los fines de escarificarse tiene como propósito atraer a los hombres, pues es un indicador de que la mujer se encuentra apta, físicamente, para aguantar los dolores que implica el dar a luz, y por tanto la capacita para comprometerse y casarse.

Los diseños de las escarificaciones pueden consistir en puntos, líneas, figuras de animales, estrellas, círculos, rombos, y espirales. Según sea lo que se quiere simbolizar, y según sea la imaginación del artista escarificador.

Los huastecos, habitan en los estados de San Luís Potosí, Hidalgo, Tamaulipas y Veracruz en la República Mexicana. Los antiguos pobladores de la zona cultural denominada Huasteca, solían llevar taparrabos y las mujeres faldas de manta y un quexquemetl. Gustaban de teñirse el pelo de color rojo y amarillo trenzado con plumas coloridas; usaban brazaletes y adornos de plumas en los lóbulos perforados para tal efecto. La mayor parte de las mujeres mostraban el pecho adornado con escarificaciones simbólicas, se limaban los dientes y presentaban deformación craneal inducida. Los hombres se perforaban el septum nasal, para adornarlo con plumas de colores, y acostumbraban horadarse el lóbulo para ponerse adornos de concha y hueso; se limaban los dientes con carácter decorativo, y pintaban su cabello con los mismos colores que las mujeres. Sus joyas estaban hechas con conchas marinas; hacían pectorales en espiral, para lo cual cortaban, transversalmente, el bello caracol Strombus. A este collar los mexicas le llamaban “collar de torbellino” y era el símbolo de Quetzalcóatl. Otro pectoral muy utilizado por los huastecos se elaboraba cortando el caracol longitudinalmante. Todos ellos maravillosamente labrados.

Por medio de las figurillas que dejaron los huastecos en lo que hoy llamamos sitios arqueológicos, conocemos su gusto por la escarificación y por la pintura corpórea. Existe una famosa escultura, procedente de San Luís Potosí conocida como El Adolescente, que presenta múltiple escarificaciones y tatuajes, así como una marcada deformación craneal. El Adolescente va desnudo y en la espalda carga a un niño que simboliza al Sol. Es una lástima que aún no se haya descifrado el significado de tales pinturas y escarificaciones, el cual continúa siendo un misterio.

Otras culturas indígenas compartieron la escarificación con los huastecos como la maya, en cuyas figurillas procedentes del sitio arqueológico ubicado en Jaina, Campeche, podemos ver escarificaciones practicadas desde la frente hasta la punta de la nariz. Una escultura conocida como La Reina, procedente de Uxmal, Yucatán, representa a un personaje relacionado con el maíz, el cual presenta sobre sus mejillas escarificaciones que son granos de dicho cereal, del cual se considera representativa.

Finalmente, digamos que los guachichiles de Zacatecas y Coahuila se escarificaban el cuerpo, a fin de mostrar su valentía en la guerra. Las madres ópatas de Sonora y el noreste de Chihuahua, escarificaban alrededor de los ojos de sus hijos recién nacidos, con una espina y tinta negra, para formar arcos de puntitos que embellecían el rostro de los niños cuyas cicatrices los acreditaría como futuros guerreros.

Fuente: Planet of Aztecz

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