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miércoles, 9 de marzo de 2016

El Regreso a casa - San Martín en Buenos Aires

Era el lunes 9 de marzo de 1812 en la ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María del Buen Ayre. Los viajeros, que acababan de arribar en la fragata inglesa George Canning, contemplaron desde el río el caserío chato, de blancas casas bajas, donde emergían las bellas torres de sus iglesias, sonoros campanarios cuyos repiques acaso les sugirieron un saludo de bienvenida.


Más allá del Fuerte, hacia el Norte, se divisaban las verdes barrancas del Retiro. La operación de desembarco fue harto lenta y complicada. De la fragata, los viajeros trasbordaron a lanchones y de éstos a las "carretillas" de madera forradas de cuero de potro con altas ruedas, arrastrada la cincha por fornidos caballitos criollos. En esta forma, desembarcaron también varios oficiales del ejército español peninsular que venían de Londres, entre ellos y el más antiguo, el joven teniente coronel de caballería don José de San Martín, el futuro héroe argentino y americano, quien llegaba a su tierra natal impulsado por altos ideales de bien común, y llevado, sin duda, por la mano de Dios.

La Gazeta, órgano oficial del Gobierno, en su edición del viernes 13 de marzo de 1812, consignó los nombres de los oficiales recién llegados. Todos ellos, con excepción del teniente coronel San Martín y el primer teniente de Guardias Valonas Eduardo Kalitz, barón de Holmberg, tenían familia en Buenos Aires. El capitán de infantería Francisco de Vera, el capitán de milicias Francisco Chilavert y el alférez de navío José Matías Zapiola habían sido arrestados en Montevideo el 12 de julio de 18l0 por las autoridades españolas, a causa de su adhesión a los patriotas de la Junta de Buenos Aires. Encarcelados y enviados a España, obtuvieron en Cádiz su libertad y se fugaron luego a Londres. El capitán Francisco Chilavert viajó en la "George Canning" con sus hijos José Vicente, que se hizo muy amigo de San Martín, y Martiniano, futuro corone argentino, quien entonces sólo contab ocho años de edad. El alférez Zapiola tenía a su hermano Bonifacio, abogado en el Superior Tribunal de Justicia de Buenos Aires, quien había también adherido a la causa de Mayo.

Una de las familias más distinguidas dé la sociedad porteña era la de Balbastro, es decir, la familia de la madre del alférez de Carabineros Reales don Carlos de Alvear. Según la tradición, la casa de los Balbastro era donde se celebraban las más concurridas reuniones sociales nocturnas llamadas "tertulias". Era, pues, una casa amplia y acogedora. No puede haber dudas de que allí se alojaron Alvear y su joven y bellísima esposa, doña Carmen Quintanilla. Existía en la época el hotel o fonda de los "Tres Reyes", en la calle del Santo Cristo (hoy 25 de Mayo), entre la de Las Torres (hoy Rivadavia) y La Piedad (hoy Bartolomé Mitre), donde bien pudo alojarse San Martín. Pero la sencillez de costumbres, la caridad cristiana, la llaneza criolla en el trato, la benevolencia y serena alegría de la vida social en Buenos Aires, confluían en un franco sentimiento hospitalario, por el cual los viajeros se alojaban normalmente en las casas de familia, que hasta habían abierto sus puertas para cobijar a los enemigos: los vencidos oficiales ingleses de las invasiones de 1806 y 1807. Las estrechas y profundas relaciones de amistad y camaradería existentes en ese momento entre Alvear y San Martín, hacen aparecer como muy probable que la encumbrada familia Balbastro albergara también a nuestro héroe. En esa casa vivía la abuela de Carlos de Alvear, doña Bernarda Dávila, dama porteña viuda desde 1.802 del acaudalado comerciante aragonés don Isidro José Balbastro, dueño que fue -según su testamento- de una tienda "muy bien surtida" en sociedad nada menos que con Gerónimo Matorras, primo hermano de la madre de José de San Martín, con quien Gregoria Matorras llegó a Buenos Aires, cuando ya casado con doña Manuela de Larrazábal volvía con el nombramiento de gobernador de Salta del Tucumán, donde se hizo famoso como explorador del Chaco. Esta vieja e íntima relación familiar refuerza, sin duda, la posibilidad de que San Martín inaugurara su estada porteña en el hogar de los Balbastro.

Fuente: "La vuelta de San Martín" por Juan Piccinali - Instituto Nacional Sanmartiniano.

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