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miércoles, 10 de febrero de 2016

El caballero andante

Así se los había enseñado el Coronel. Bravura en la batalla, hidalguía y caballerosidad en la paz.
Ya lo había dicho San Martín muy claramente: no se permitiría que se le faltase el respeto a una mujer, y si dicha ofensa ocurría, la falta tenía la pena de expulsión del RGC... "Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella.".

De lejos se sabía que era un Granadero de San Martín. Su porte, Su arrogancia. Su altivez. Su orgullo lo señalaba. Marciales. Ellos eran distintos.

Y tanta era su caballerosidad, su prestancia y su porte, que las damas suspiraban delante de tan magnífico guerrero. Y por éste motivo, las historias de amor entre Granaderos y Damas de la época tuvieron muchas veces tintes de belleza y romanticismo...

Dicen que luego de Chacabuco, se le dio la orden a Mariano Pascual Necochea de entrar en Santiago de Chile para que tratase de imponer el orden, ante una ciudad que era víctima del saqueo. Dicen que apenas entró en el poblado vio un carruaje empantanado en el barro, al cual un grupo de bandoleros atacaba con intenciones de saquearlo. Aquel grupo de malvivientes no eran enemigos para los granaderos, los que los dispersaron casi con su simple presencia. Dicen que aquel carruaje conducía a una bella dama realista que intentaba huir de los patriotas vencedores. Dicen que Necochea abriendo él mismo la puerta del vehículo quedó deslumbrado ante la belleza inigualable de aquella dama que huía...

Dicen que el Granadero, con el corazón prendido por la belleza inigualable de la dama fugitiva, como buen caballero que era, se despojó de su capote de Oficial del Regimiento de Granaderos a Caballo, y lo colocó sobre el barro para que aquella mujer pudiera descender del coche sin ensuciarse sus delicados pies. Dicen que aquella bella dama tenía dueño. Era la esposa del Coronel realista Antonio Morgado, el mismo que un año después conduciría la caballería del Rey en la Batalla de Maypo, y que caería prisionero y moriría en 1819 en la Sublevación Realista de San Luis. El nombre de la bella dama era Josefa "Pepita" Sagra.

Dicen que la belleza desde aquel momento se unió a la bravura y el coraje, y continuaron juntos por el camino de la vida.

Dicen que fueron las delicadas manos de aquella mujer las que colocaron las últimas flores sobre la tumba del guerrero, de aquel invencible llamado Mariano Pascual Necochea Saraza.

Fuente: Granaderos Bicentenario

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